lunes, 26 de febrero de 2018



LEALTAD DESDE LA DISCREPANCIA.

¡Disciplina!..., nunca bien definida y comprendida. ¡Disciplina!..., que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!..., que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando. Esta es la disciplina que os inculcamos, esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos.
 (Discurso del Director de la Academia General Militar de Zaragoza, General Franco, a los cadetes,  el 14 de junio de 1931, con motivo del cierre de la Academia).

La lealtad al igual que la disciplina obliga a quien la práctica a ser integro, a mostrarse sin dobleces, a no ocultar ni deformar la realidad, a hablar sin recelo a superiores y subordinados y a asesorar con honradez.
La lealtad ha sido, y es, un valor clave para el desarrollo de la humanidad. Sin él, la sociedad en la que vivimos seria otra distinta. Sin embargo, a pesar de ser un valor altamente demandado por la sociedad en general, y por las organizaciones en particular, los jefes no se sienten cómodos.
Cuando entramos a formar parte de una organización, a través del proceso de socialización, se nos inculcan e interiorizamos unos valores o sentimientos de fidelidad y respeto a los principios de rigen y definen la misma. Sin embargo, los individuos, en ocasiones, interpretamos de distinta manera los modos en cómo llegar a ellos, es decir, estamos de acuerdo en el qué pero no en el cómo, lo cual genera conflictos.
A lo largo de la historia los periodos de crisis han favorecido las aptitudes de discrepancia, pues esta disparidad de opiniones ha favorecido la supervivencia del grupo. En este sentido, las organizaciones que favorecen el debate de ideas frente a aquellas que promueven el pensamiento grupal (pensamiento único), salen reforzadas en los tiempos convulsos.
Al ser humano le cuesta reconocer un error, pues su autoestima sufre, no por el hecho en sí del fracaso, sino por no cumplir con las expectativas que, tanto uno como los otros, tienen sobre su desempeño profesional.
La discrepancia es una condición necesaria para que surja la lealtad, pues en caso contrario, no habría honradez ni honestidad entre el personal que conforma la organización. Por lo tanto, la lealtad es discrepancia.
Las Instituciones deben de cultivar a líderes que tengan una conciencia de sí mismos, conociendo sus fortalezas, áreas de mejora, valores y motivaciones, así como los aspectos contradictorios y mecanismos de defensa. Esta conciencia de sí mismos estaría precedida por un autoconcepto positivo, de forma que cuando se analizan las conductas o decisiones, se tienen más posibilidades de comprender y aceptar las consecuencias tanto positivas como negativas de sus actos.
Otro aspecto a cultivar en los líderes es que analicen objetivamente datos y hechos, tanto externos como relacionados con ellos mismos, sin sesgar sus percepciones por autodefensa, auto ensalzamiento y autoprotección.
Los líderes no suelen buscar oponentes inferiores y evitar situaciones que puedan invalidar sus expectativas de éxito. Por lo contrario buscan activamente información tanto confirmatoria como desafiante de sus capacidades, viendo cualquier fracaso como una oportunidad mejorar.
Sin embargo, el elemento clave para promover la discrepancia, y por ende la lealtad, entre los subordinados es el presentarse ante el grupo como lo que es uno realmente, es decir, con sus defectos y virtudes. Esa transparencia en las relaciones es lo que va a facilitar el trabajo en equipo y la colaboración, gracias a la generación de confianza.
Un líder autentico sabe que no existe la lealtad sin discrepancia, y que sin lealtad la organización está abocada al fracaso. Por lo tanto, el Jefe que no tolere la discrepancia poco favor está haciendo al conjunto de la organización, ni así mismo.  

LA CLAVE PARA CHESIONAR

MEJORAR EL TRABAJO EN EQUIPO Existen tres aspectos que condicionan el grado de efectividad de los equipos: la cohesión, la ...