miércoles, 28 de junio de 2017

NO DEJES QUE NADIE HAGA TU TRABAJO


Un gran amigo mío, un día me comento una anécdota de como resolvió un conflicto laboral, el cual me parece interesante exponer.

Mientras estaba dirigiendo un departamento de investigación en la universidad, algunos trabajadores del departamento, pensando que tenían razón y hacían lo correcto, elevaron una reclamación al Rector, su Jefe, sobre las malas condiciones laborales en la universidad (zonas de aparcamiento, cafetería y baños). Mi amigo y su Jefe no se lo tomaron nada bien, ambos estaban de acuerdo de que era una petición inapropiada, inaceptable y fuera de lugar, acordando que debían de corregir esa actitud.  

Sin embargo, ambos tenían  una visión distinta, más bien opuesta, de como actuar. Su Jefe sobre ponderando el sistema límbico (cerebro emocional), y en un arranque de ira, le comento que acabara con alguna de las mejoras laborales que tenía todo el personal del departamento, y además que, lo expusiera a todos en una reunión. Su estrategia básicamente se basaba en que sus propios compañeros hicieran entrar en razón a los díscolos (presión del grupo).

Viendo el estado emocional y la parte del cerebro que estaba utilizando el rector, se retiro a diseñar una estrategia para la resolución del problema.

Evidentemente, la presión del grupo es una herramienta a disposición del líder para favorecer la cohesión del grupo, pero la variable corporativismo también jugaba aquí su papel, y en contra. El corporativismo se alimenta y se hace más fuerte por la existencia o percepción de una amenaza externa al grupo (el Jefe por ejemplo), por lo que, la acción propuesta por el Rector pudiera perjudicar, más que facilitar la resolución del conflicto.

Se trazo dos líneas rojas:
  • No castigar a todo el personal del departamento por unos pocos.
  • No permitir que otros hicieran “el trabajo sucio”, los propios compañeros.

Después de algún tiempo como responsable de equipos de trabajo, había aprendido que, nada se ganaba discutiendo, pues siempre, la otra parte, salía más reforzada de la discusión, y con los argumentos que sustentan su verdad más consolidados; por lo tanto, la única manera de salir airoso de una discusión era evitándola a toda costa.

Una vez, habían pasado unos cuantos días, y esperando que se enfriaran los ánimos, convoco una reunión con los empleados díscolos para intentar acercar posturas, pues una solución no pactada, lo único que provocaría seria más resentimiento, siendo el equipo del departamento el mayor perjudicado.

Por lo que se trazo la siguiente hoja de ruta:

1. Elegir un lugar neutral para la reunión en el que el personal estuviera receptivo a                    reconsiderar sus posturas, y no a la defensiva, como así hubiera sucedido en su despacho.

2. No empezar por las cuestiones en que había divergencia.

3. Destacar los aspectos que se tenían en común.

4. Significar que, ambas partes tenían el mismo propósito y sólo discrepaban en las formas.

5. Arrancar unos cuantos “sí, sí”, desde el comienzo, evitando que dijeran un “no”, pues una respuesta   negativa es un obstáculo difícil de superar.

6. Escuchar activamente y mostrar respeto por sus opiniones, permitiendo que la otra parte hablase más que yo.

7. Descubrir la razón por la que pensaban y actuaban de esa manera.

8. Empatizar, poniéndose en su lugar.

9. Apelar a motivos más nobles que sustentan las relaciones humanas como la ejemplaridad, el compañerismo, la lealtad; intentando desdramatizar sus ideas.

10. Llegar entre todos a una solución, haciéndoles creer que la solución fue de ellos.


Teniendo presente este sencillo decálogo, los convoco en un aula, y disponiendo las sillas en forma circular comenzó la reunión. Una vez finalizada, saco la conclusión que, lo único que querían los díscolos con su actitud era llamar la atención, pues pensaban que no eran suficientemente reconocido su trabajo en la universidad,  por lo que una vez atendida esa necesidad de atención, escuchándolos y aclarando malos entendidos, las aguas volvieron a su cauce, lo cual agrado también al Rector. 
Lo que era un gran problema la semana anterior, se quedó en nada, gracias a una adecuada resolución del problema por parte de mi amigo.

A estas alturas todos somos conscientes que, el ser humano es complicado por naturaleza, y actúa guiado por sus emociones. Por lo que si me lo permites, os voy a dar unos consejos que pueden serviros  para la resolución de cualquier tipo de conflicto en vuestra esfera de control:

  • Tened una actitud proactiva, e intentad anticiparos al problema.
  • No os precipitéis y tomaros vuestro tiempo para solucionar un problema, el tiempo corre a vuestro favor.
  • Intentad, si es posible, analizar por anticipado el motivo de actitud.
  • Tened presente que, lo emocional se combate con lo emocional, jamás con lo racional.
  • Seguid siempre un protocolo de actuación basado en una estrategia orientada a la relaciones interpersonales.
  • Corregid siempre las conductas y no a las personas.
  • Y no dejéis que. nadie haga vuestro trabajo.

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