Si alguien coloca la palabra
Liderazgo y navega por internet comprobara el sinfín de páginas relacionadas
con el tema del liderazgo. La formación en cuestiones de liderazgo es algo
demandado por las organizaciones empresariales para aumentar el desempeño profesional de los empleados.
Son muchas las teorías y estilos
de liderazgo que he estudiado, por orden cronológico, enfoque del rasgo, el
liderazgo transaccional, transformacional, carismático, positivo (de servicio,
ético, autentico). Todos ellos tienen sus ventajas y desventajas, por lo tanto,
un Jefe no debería alinearse con un estilo único, descartando los demás.
Otra cuestión que ha tenido gran
controversia a lo largo de la historia es si el líder nace o se hace. En mi opinión, los líderes al igual que
los grandes genios de la música nacen (Mozart con tan sólo 5 años componía obras
musicales). Por lo tanto, los líderes no necesitan crecer puesto que nacen. Sin
embargo, los gerentes que no disponen de esas aptitudes innatas si pueden mejorar, cumpliendo tres requisitos:
1.
Unas aptitudes mínimas.
2.
Una formación sobre las habilidades de liderazgo
adecuada.
3.
Una voluntad real de crecer como Líder.
Los dos últimos requisitos, en
mayor o menor medida, los podemos potenciar. Sin embargo, nos vamos a centrar
en los actitudes/habilidades que debería tener un Jefe, y lo vamos a encuadrar
en las Fuerzas Armadas.
No existe organización que tenga
más valor el saber mandar que, en el Ejército. Valores como la disciplina, la
subordinación, la lealtad y el compañerismo tienen un realce significativo,
teniendo su peso específico en el proceso de socialización de la Institución
Militar.
Todas las noches a control nocturno,
durante los cinco años de estudio en la Academia General Militar, son recitados
dos artículos del Decálogo del Cadete. Si uno lee con detenimiento observará
que, están plasmados muchas de las actitudes anheladas por cualquier
organización, para sus empleados en general y para sus directivos en
particular.
A continuación, voy a analizar donde
radica ese potencial proceso de enseñanza del liderazgo en el Ejército, que tan
buenos frutos ha dado y lo sigue haciendo.
En primer lugar, y en base a los
Planes de Estudio cursados, la formación en aspectos teóricos de liderazgo no
tiene su importancia en las Academias militares (de los 340 ECTS que componen
la carrera 4 ECTS son para el liderazgo). Sin embargo, a lo largo de mi carrera
profesional, pocos son los cuadros de mando que consideraría como malos o muy
malos, por el contrario los considero bueno o extraordinarios.
Es evidente que el proceso de
socialización en las FAS es único, 5 años y en régimen de internado es ideal
para potenciar las actitudes beneficiosas y despojar las perjudiciales. Sin
embardo, una alineación precisa con los objetivos de la Institución es una
condición necesaria pero no suficiente para saber mandar. A continuación, voy a
exponer cuales son las actitudes y procedimientos que un Jefe de Unidad debería
tener y utilizar para ser un líder entre sus subordinados.
El liderazgo en la milicia lo
definiría como un proceso de influencia entre el Jefe y sus subordinados con el
fin de conseguir las metas que nos imponen nuestros Mandos. El cual se aprende
principalmente por imitación de nuestros Jefes y compañeros.
1.
FASE
DE PLANEAMIENTO.
Un primer aspecto a tener en
cuenta es que, el Jefe de la Unidad debe tener en consideración el tipo de
Unidad que va a mandar, púes no es lo mismo una compañía de fusiles que una
compañía de Plana Mayor y servicios, mientras la primera la gente es más joven
y aguerrida, la segunda cuenta con personal de mayor edad, siendo el trabajo
burocrático.
Un segundo punto de consideración
es lo que esperan mis subordinados de mí, por lo tanto, actitudes como la
escucha activa y la empatía son esenciales para reorientarse en la Unidad.
Y en tercer lugar pero no menos
importante son mis actitudes, experiencia y visión de conjunto que voy uno va
acumulando en su carrera militar.
Los tres aspectos antes
mencionados deben conjugarse para tener posibilidades de ascendencia sobre
nuestro personal, de lo contrario estamos perdidos.
2.
FASE
DE CONTACTO.
La principal tarea de los Cuadros
de Mando en dar órdenes y tomar decisiones, por lo tanto a través de ellas,
vamos a influenciar en nuestros subordinados.
Vamos a analizar el Decálogo del
Cadete para ir analizando como nuestros antecesores en el cargo dieron con la
clave del éxito del Liderazgo en los Ejércitos.
Ø Marcar una referencia clara y lejana
que de sentido al trabajo del día a día es esencial para dar sentido a nuestras
vidas y que nos ayude a interpretar por qué se hacen las cosas. Los seres
humanos nos movemos por valores, estos son la esencia de la motivación interna,
la cual todas los lideres deben fomentar.
Ø Marcar una forma de ser y comportarse compartida
por todos los miembros es crítico, la presión del grupo tiene su influencia
para que los vacilantes se alineen con el resto. Hay que tener en cuenta que,
la necesidad de pertenencia e identificación grupal es una palanca para el
Mando y por ello la debe poner en juego. El compañerismo, por nuestra profesión
juega un papel extraordinario pero también para fomentar el espíritu de equipo.
Por lo tanto, los periodos de instrucción durante muchos días lejos de casa son
ideales para ello.
Ø Toda
decisión de mando de un Jefe debe estar supeditada, aunque sea de manera inconsciente,
a catalizar el prestigio que tiene
respecto a sus subordinados, más que ante sus superiores. El prestigio es
una de las variables más volubles en la Institución Militar, uno puede haber
tenido un comportamiento destacable como Jefe, pero cualquier indiscreción,
abuso de autoridad o conducta fuera de los parámetros marcados como aceptables
tendrá terribles consecuencias para su liderazgo. Un líder con prestigio
siempre inspira confianza y seguridad en combate, siguiéndole has la muerte.
Ø El líder manda con el ejemplo, es muy
importante el exigir sólo aquello que uno está dispuesto a hacer, es evidente
que no todos tenemos la misma edad, ni la misma condición física pero hay que
estar con los subordinados siempre, arremangándose siempre. Me gustaría
resaltar el concepto de adicto al trabajo, el que a un mando le guste trabajar
fuera de las horas habituales de trabajo, no tiene por qué promover que también
le guste a sus subordinados.
Ø El ego, la envidia, los celos no son unos
buenos complementos para un líder. Cuanto más personal existe en una
organización más se da la murmuración, uno pudiera pensar que murmurar con un
subordinado sobre un Superior le puede reportar algún beneficio, pero todo lo
contrario, el subordinado lo vera como una evidencia para desconfiar de él,
pues normalmente el murmurador lo hace en todas la direcciones. Aquí, si es
fundamental el tener ciertas habilidades de inteligencia emocional para no caer
en estos defectos.
Ø Las buenas relaciones interpersonales
son esenciales para ganarse a los subordinados, el desear sinceramente el
bienestar de los otros, estar motivado para transmitir cariño y mostrar una
preocupación por aspectos personales, familiares es esencial para consolidarse
como líder. Las personas no somos tan racionales como pensamos por lo que tocar
lo sentimental trae más beneficios que perjuicios.
Ø El asumir más responsabilidades siempre
y cuando no afecte al personal a mis órdenes es positivo, de lo contrario
pudiera considerarse una conducta contraproducente, generando en el subordinado
una actitud de cinismo (conductas y sentimientos negativos y sin escrúpulos al
trabajo en general).
Ø El reconocimiento sincero del trabajo
bien ejecutado por nuestro equipo es fundamental. Nuestro trabajo consiste en
corregir conductas (no personas), pero también es importante una palmadita en
la espalda por un buen trabajo, la cual genera más endorfinas que un
complemento económico.
Ø Una
manera de fomentar la iniciativa es
por medio de la asunción de más responsabilidades, lo que llevara al
subordinado a percibir más control de su puesto de trabajo y en la toma de
decisiones. Es por este motivo que, debemos saber delegar y hacer partícipes, a
nuestra gente, en la toma de decisiones, de esta manera las órdenes las
asumirán como propias, evitando una supervisión permanente.
Ø El
realizar una acción sin esperar nada a cambio, abnegación, es uno de los valores más importantes en el Ejército,
sobre todo cuando corre peligro la vida propia. Esta actitud como toda se puede
potenciar entre nuestra gente, a través de la motivación interna.
Por último, me gustaría resaltar
que estas son unas pequeñas pinceladas en relación con el Decálogo del Cadete,
sin entrar, en un análisis más profundo y más detallado de lo que es mandar.
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