lunes, 26 de junio de 2017

AL FINAL, TU ERES EL PROBLEMA


Una vez tuve bajo mis órdenes un subordinado excepcional, su capacidad de trabajo era inagotable (rayando la adicción) y su lealtad incuestionable. Sin embargo, el prestigio que tenía entre sus Jefes y subordinados, desde mi punto de vista, era bajo, no pudiendomelo explicar hasta 6 meses después de trabajar con él.

Lo que le paso a mi compañero, le puede pasar a cualquiera que adolezca de ciertas habilidades emocionales, por lo que toma nota.
Existen una serie de actitudes que son altamente demandadas y valoradas por cualquier organización y juegan un papel esencial en la eficiencia de la organización: la lealtad, la proactividad y la capacidad de asesoramiento. 
Todo Jefe alienta y promueve entre sus subordinados estas actitudes, pues estas van a contribuir al éxito de la Unidad en general y a las suyas en particular.
Pero cuidado, los Jefes anhelan la estabilidad y a evitar cualquier situación, que afecte negativamente a la valoración que hacemos sobre su esfera de control por dos motivos.

  • En primer lugar, la estabilidad nos proporciona seguridad, y es una de las principales motivaciones del ser humano
  • En segundo lugar, la autoestima tiene un papel esencial en la interpretación que hago de la realidad, por lo tanto, todo lo que pudiera dañarla será considerado intrusivo  y a evitar. 
Cuando un subordinado transmite un problema y las posibles líneas de acción, es recompensado por ello, pues esa conducta es altamente valorada por la organización. Además, la autoestima del “empleado ejemplar” se incrementa exponencialmente cada vez que descubre un área de mejora, por la expectativa de recompensa, pudiendose, incluso, volverse adictiva esa conducta.
Sin embargo, como todo en la vida, existe un punto de ruptura. El Jefe es minado emocionalmente cada vez que el subordinado le trae un problema, e inconscientemente lo termina asociando al problema, en otras palabras, él es el problema a ojos de su Jefe, pues el mando asocia problema-persona.
Seamos sinceros con nosotros mismos, el Jefe no quiere ni problemas, ni que se los cuenten, lo que anhela es que todo funcione como un reloj suizo. Y eso fue lo que no valoro, pasándole factura, pues debe ser frustrante que, a pesar de todo el trabajo que uno hace, su prestigio, en lugar de subir bajase en picado.
Además, ten en consideración que una persona sobreimplicada en su trabajo, y que considera que el esfuerzo invertido en la Institución es elevado, y la recompensa obtenida baja (en el caso de mi compañero era su reconocimiento social y desarrollo profesional), conlleva un gran sufrimiento emocional, vinculandose al síndrome del burnout.
Por lo tanto, utiliza la inteligencia emocional para buscar el punto de ruptura, y recuerda  lo que acabas de leer antes de exponer un problema a tu Jefe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA CLAVE PARA CHESIONAR

MEJORAR EL TRABAJO EN EQUIPO Existen tres aspectos que condicionan el grado de efectividad de los equipos: la cohesión, la ...