Seguro que alguna vez hemos
comentado o escuchado de algún compañero la frase “siempre cae de pie”. Sin
embargo, va contra las leyes de la naturaleza el pensar que sólo el azar ha
influido en los éxitos de una persona.
Tengo un amigo que, todo lo que
se ha propuesto profesionalmente lo ha logrado, (destinos nacionales,
embajadas, misiones internacionales, etc…), y a la primera. Aquellos que no lo
conocen como yo, piensan que, la fortuna le sonríe o que es un arrastrado. Pues
nada más lejos de la realidad están aquellos que piensan así.
Su éxito radica en que es parte
activa de una organización informal, que ha ido tejiendo a lo largo de su
carrera profesional y le ha facilitado gran parte de sus éxitos. El mantener
una red informal implica mucho tiempo y tesón, no siendo consecuencia de un
momento puntual y teniendo un papel relevante la reciprocidad.
Las organizaciones informales
emergen de una manera espontánea y natural entre el personal que ocupan
posiciones en la organización formal, principalmente surgen por afinidad o
amistad, y ante cambios de destino o de funciones del personal se suelen
perder, a no ser que, uno tenga la habilidad de seguir manteniendo esos lazos a
lo largo del tiempo.
Seguro que no nos llama la
atención que, cuando la Unidad tiene un problema, por ejemplo, en la
publicación de vacantes, el Jefe descuelge el teléfono y lo solucione llamando
a la persona concreta que lo lleva. En este caso, el Jefe no ha utilizado la
organización formal a través de la cadena de mando, sino que ha tirado de
contactos (red informal).
Tampoco sorprende el caso
contrario, el que habiendo estado destinado en la Dirección de Personal no llame porque nadie lo va a atender, como
consecuencia de su antagonismo con sus antiguos compañeros.
Por lo tanto, la organización informal
representa una forma de actividad ajena a la red de autoridad y al sistema de flujos
de información regulados, son centros de
poder carentes de reconocimiento
oficial, pudiendo facilitar los intereses e influir en el logro de los
objetivos personales y de la Unidad.
En cualquier organización deben
convivir ambas estructuras, formales e informales; hay que asumir la idea de
que son, necesarias y prácticamente igual de útiles.
No nos debe de sorprender que, la
eficiencia de la Unidad surja de la colaboración entre ambas estructuras, por
lo tanto el Líder que se precie las debe de conocer y utilizar. Además, y para tener más
alcance, es importante intuir las redes propias de sus subordinados.
Otro aspecto significativo es
que, facilita la cooperación entre los diferentes escalones de mando y el flujo
de información, que en muchas ocasiones, la estructura formal no tiene en
cuenta.
Como aspectos negativos se pueden
señalar que, el personal:
- No obedezca al sistema regulado.
- Dé prioridad a sus necesidades personales.
- Manipule la información en su beneficio, retengan información o revelen información a personas ajenas.
- Minen la autoridad formal y hagan inútil el sistema de mando y control de la Institución.
El Jefe de una Unidad debe de
permitir la aparición y mantenimiento de estructuras informales, que no
perjudiquen a la organización ni a su objetivo. El cómo se logre esta
interacción recaerá en el ingenio del Líder.
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